Factor sorpresaaa

Factor sorpresaaa

Factor sorpresaaa

En mis años de estudiante para sacarme algún dinero realizaba trabajos de azafata en diversos eventos, donde a veces tocaba ser simpática con un polo y unos jeans mientras repartía refrescos, y en otras ocasiones había que ser más seria dando explicaciones de horarios, ubicaciones y hasta repartiendo souvenirs con un elegante traje de chaqueta. ¡Me lo pasé pipa, y me encontré con buena gente!

Pero hubo una vez distinta a todas, en la que me llamaron para una gran superficie “de cuyo nombre no quiero acordarme”, y… lo que suele ocurrir, había cosas que yo daba por sentadas que resultaron no serlo, y la verdad, sin tener por qué, el trabajo en cuestión se volvió algo incómodo.

Pues bien, siempre había que llegar un poco antes para la entrega de la vestimenta y ponernos en situación al grupo, ya sabes, una minicharla de lo que se esperaba de nosotr@s…

En vez de una percha con lo que iba a ser mi uniforme, me adjudicaron una gran bolsa de deporte, por lo que ya entonces pensé: “esto va a ser un chándal y me va a tocar correr” (y… acerté). Gran fue mi sorpresa cuando de aquel enorme saco empezó a desplegarse poco a poco una especie de colchoneta andante, andante sí, porque tenía sus propias piernas y fue cuando comprendí en seguida de qué se trataba:

👀  era un paquete de chicles gigante 👀

Lo bueno es que era muy blandito, de esos que cuando te caes rebotas, vamos que no te haces daño. Pero no hacerte daño no evita que pierdas el miedo a caerte.

Tengo algunos detalles más claros que otros, por ejemplo, que como yo había un par de compañer@s de andanzas, pero el disfraz adjudicado era de mascota. La pregunta del millón era: “¿por qué a mí me ha tocado ser el paquete?”. Y es que es irremediable que te acabes comparando con las circunstancias de otr@s: a ver, si tod@s íbamos a repartir chuches, ¿crees que obtendrás más de éstas de manos de un inmenso chicle o de un pedazo de perro?

Que… ¿por qué no me negué? Pues por pudor, porque no había tiempo de reacción, porque me había costado mucho llegar hasta allí, … no sé, tampoco era el fin del mundo: “esto pasará pronto” me dije, y lo que iban a ser unas horas de entretenimiento se convirtieron en un largo calvario.

Esto fue hace ya muchos años, impensable ahora con el/la COVID19 y la aplicación del distanciamiento social, sin embargo, imagina por un breve instante a niños queriendo golosinas GRATIS, adolescentes cachas y sudorosos, y a adultos con la mano suelta; TODOS incontrolables y a penas visibles por una pequeña rendija. Cuando creía haberme desecho de unos cuantos aparecía otro mogollón y cuando tenía la excusa de que ya no me quedaba cargamento, mis compañeros peludos se acercaban con más dulces 😱

Lo bueno era que no veían quien era yo (me acordé de mi madre), pero lo malo era que yo a ellos tampoco les distinguía. Sólo sé que me arrastraban de un punto a otro de la zona exterior de acceso a ese centro comercial y que hacía mucho, mucho calor, mientras flotaba en el aire y realizaba una y otro vez la misma repetitiva ruta.

Ni que decir tiene que, aunque el parking estaba perfectamente señalizado, los coches seguían circulando, es decir, entrando y saliendo para hacer sus compras, parando para cotillear, y para mi todo se movía muy rápido, aunque el tiempo parecía que no corría.

 

Fue más duro que cuando hace unos pocos años impartía talleres infantiles de cakepops y los peques se revolucionaban a mi alrededor cuando sacaba la caja mágica de los sprinkles decorativos.

Con la edad he ido perdiendo la vergüenza. Ahora soy de esas madres que pide como loca caramelos a los personajes de las carrozas en la cabalgata de SSMM los Reyes de Oriente, qué ironía, ¿verdad?

 

Esta curiosa anécdota con variadas moralejas: conflictos internos, sentirse cómod@, valoración externa, … me sirvió en mi primera cita con el que hoy es mi marido para que quisiera conocerme más, ya que con esta historia pasamos toda una tarde riendo. Nada que ver con todo lo que nos ha venido después, cuando adquieres otro tipo de responsabilidades…

Las cosas hay que hacerlas si verdaderamente las quieres hacer y disfrutar de ellas, porque lo creas o no, fue uno de los experimentos de mi vida que más me enseñó: realizar algo que en realidad no tiene ninguna importancia, pero que no crees que eres capaz de llegar a hacer… Desde entonces, siempre formulo muchas preguntas para no quedarme con dudas.

 

En la vida no se trata de lo que ocurre sino de cómo lo afrontas.

Pon una PAS en tu negocio digital

Pon una PAS en tu negocio digital

Pon una PAS en tu negocio digital

Cuando te dedicas a GENERAR contenido tienes que LEER contenido, y yo por curiosa -que no cotilla- me suelo interesar por lecturas que pasan ante mí y que seguramente otros desecharían… También es cierto que a nivel profesional y personal todo artículo de pedagogía, psicología, … es fruto de mi devoción llegando a embarcarme durante largo tiempo en nuevos conceptos que en ocasiones me invitan a una continua reflexión:

¿Qué es PAS?

No vengo a hablarte de una técnica de venta:

Problema – Agravamiento – Solución

sino de PERSONAS, personas que perciben y gestionan más información, lo que las lleva a vivir los estímulos de forma más intensa. A esto se le denomina “Sensibilidad de Procesamiento Sensorial” (SPS), es decir, para los comunes mortales esta característica se nombra alta sensibilidadPAS: Personas Altamente Sensibles (en inglés HSP: High Sensitive Person), y según la Doctora norteamericana Elaine N. Aaron, 1 de cada 5 individuos son/somos PAS. 

Aunque esta etiqueta suene rara, no es ningún trastorno, porque no es ninguna enfermedad ni ninguna patología. Es más habitual de lo que parece. A menudo se asocia a otros rasgos como introversión o timidez, pero no tiene por qué, ya que hay muchos PAS extrovertidos.

Soy una PAS

Estos individuos en los que creo que debo incluirme, son más perceptivos, demuestran una mayor actividad sensorial y una mayor profundidad a la hora de elaborar pensamientos, así como una elevada mente creativa, y se fijan en pequeños detalles que pueden pasar desapercibidos para personas con un nivel de sensibilidad menor.  

Pero, ser más sensible no te hace ser mejor persona. Tampoco es sinónimo de debilidad, al contrario, se puede llegar a percibir como una gran fortaleza de enorme utilidad hoy en día. 

A medida que he ido pasando etapas, he ido aprendiendo -sin dejar de afectarme- a tomarme la vida de otra manera. Me he ido adaptando a mi entorno e intentando sacar lo mejor de este rasgo. Y ahora ¿qué?

Pues bien, he decidido vivir esa alta sensibilidad desde el corazón, y aprovechar mi desmesurada empatía para dar un nuevo propósito a mi vida, haciendo de ello mi mayor instrumento: colaborar e inspirar a otros, pero… ¿cómo? 

Mediante el Marketing Emocional voy a tocarte la fibra; no sólo se trata de PERSUADIR sino de hacerte PENSAR y de boca de Albert Camus “Voy a decirte algo: los pensamientos nunca son honestos, las emociones, sí”.

¿Por qué motivo?

El marketing lo he estudiado desde joven porque siempre me ha entusiasmado tratar de averiguar qué hacer para atraer la atención (cuando los protagonistas son otros) y convertirse en la elección final frente la diversidad. Entonces descubrí que todos somos marketing, porque nuestras decisiones nos determinan continuamente (la ropa que ponerse, los estudios a realizar, tener una 2ª cita, pasar una entrevista de trabajo, convencer a tu hij@ para que se acabe la comida, …) y que lo que nos mueve a tener más probabilidades de acertar, es la pasión y mimo que le pongas a esa acción. El marketing es el acompañamiento, y ahora lo “digital”, su mejor herramienta.

Verás, yo huyo de aquel que resulta agresivo porque siempre me ha gustado hacerlo todo más cómodo a los que me rodean, más accesible, … Me han calificado de “resolutiva” pero yo prefiero el término “facilitadora”. Como cuando comienzas un libro y te embarcas en un nuevo viaje repleto de desconocidos personajes alejados de tu propia realidad, las PAS podemos ponernos en la piel del otro de una manera sencilla, y ¡chas!, “conectar”.

O incluso mejor, como un actor/actriz que tras una gran labor de investigación se sumerge en un papel de una película o serie para su interpretación, siendo cercano, sin dejar de formarse, con constancia y estando abierto a vivir nuevas experiencias. 

Tanto si eres tan cinéfil@ como yo como si no, vamos así a conocernos poco a poco, mediante distintos ejemplos de comunicación y travesía por diversos sectores, y con una gran variedad de herramientas de difusión, pero ¡menos hablar y más actuar! Podría prometerte mejorar resultados a través de mensajes donde tú seas el que pongas los límites de mi IMAGINACIÓN, pero prefiero que simplemente me sigas en esta sorprendente aventura digital tan real como incierta. Te espero en el próximo episodio, ah, y te advierto, no vale ponerse “sensibler@” jajajaja